Capítulo 48 - Alcalá de Henares
Pelo y Gatoni llegaron al planeta Quarmia. Durante el viaje, Pelo soñó con un lugar donde un tal Pedro hacía terapia con abejas. Nubela, una de las viajeras de la nave, les invitó a que se quedaran en su casa. Su padre y su madre estaban esperándoles, cuando llegaron.
"¿Tu nombre es Pedro?", preguntó Pelo al ver al padre de Nubela. "Sí, ¿cómo lo sabes?", le respondió. "En el viaje, he tenido un sueño en el que aparecías. Estabas en Alcalá de algo y hacías Apiterapia. "¡Eso es lo que hago!. Me llamo Pedro Q, y nuestra ciudad se llama Comalcalá". "¡Casi como en mi sueño!", dijo Pelo.
Pedro Q llevó a Pelo y a Gatoni al lugar en donde iban a dormir. Tenía el techo transparente. "Aquí, por la noche, podéis ver las estrellas o una película, si lo preferís". Pelo estaba encantado. Gatoni no tanto. Aún no sabía dónde iba a dormir. A los gatos les gusta estar en lugares con mucha energía, como a las abejas. No les vale cualquier sitio. Así que, se puso a dar vueltas y a buscar.
Pelo abrió lo que parecía la puerta del baño. Pero, no lo era. Al pasar la puerta, estaba otra vez en la Tierra. En ese mismo momento, oyó en su cabeza: "Un Hombre Pelo como tú está en Quarmia. Y otro en la Tierra. Pero sois el mismo". Su voz se parecía a la de Nubela. "¡Qué extraño!", pensó. Miró a su alrededor. ¡Estaba otra vez junto a la entrada de la Cueva de los Brillantes!. Y Águila le estaba esperando.
Águila miró a Pelo extrañada. Parecía preocupado. "¿Qué te pasa?", le preguntó. "Gatoni y yo hemos hecho un viaje en una nave espacial, a un planeta en el que parece ser que hay habitantes como nosotros, pero con una vida mejor". "Todos los animales sabemos que es así. No es nada extraño", le respondió Águila, como si fuese lo más normal del mundo.
Pelo le dijo a Águila que le gustaría encontrar al Pedro de la Tierra. Quería que le llevase a Alcalá. "¿Cual Alcalá?. Hay muchas". "En mi sueño vi que había cigüeñas y se llamaba Alcalá de algo". "¡Sube!", le dijo Águila, "creo que es Alcalá de Henares".
Atravesaron unas cuantas montañas hasta llegar a una ciudad, muy cerca de la capital de España, Madrid. Águila dejó a Pelo en el tejado de la Universidad de la Plaza de Cervantes, en el centro de Alcalá. Una cigüeña se les acercó. "Este es mi amigo Pelo. Anda buscando a alguien en esta ciudad", le dijo Águila. Ella se tenía que ir, las cigüeñas podían volar por allí sin problemas, pero un Águila era algo más raro.
Cigu, que era el nombre de la Cigüeña, le preguntó a Pelo por el nombre de la persona que buscaba. "Se llama Pedro, y trabaja con abejas", le contestó. "Ya sé quién es. En Alcalá le conocemos bien, hizo dibujos y viñetas en El Diario de Alcalá. Y tiene su consulta cerca del Silo. Te dejo allí mismo", le respondió Cigu, al mismo tiempo que cogía a Pelo con su largo pico y se echaba a volar.
En un instante, estaban en un lugar lleno de árboles. "Este es el parque O'Donnell, y ese edificio alto es el Silo, donde antes se almacenaba el trigo de los campos de los alrededores. Al final de esa calle está la consulta de Pedro".
Pelo se fue andando en busca de esa persona que, en su sueño, le dijo que le había inventado.
"Hola. Soy el Hombre Pelo, y creo que tú eres Pedro". "Sí. Yo te inventé, pero ¿cómo puedes existir, realmente?", le dijo Pedro, asombrado. "Pasa, no te quedes ahí".
Dentro de la consulta de Pedro había muchos muñecos, dibujos, fotos de abejas. Se veía que las abejas eran importantes para él. "Si esperas un poco, enseguida hablo contigo", le dijo Pedro, mientras entraba en una pequeña sala, en la que había alguien.
Un poco después, Pelo entró en la misma habitación. "¿Qué es eso de que me has inventado?", le soltó en cuanto entró.
"Sí. Cuando mis hijos eran pequeños, me inventé un personaje al que llamé el Hombre Pelo. Era como tú y vivía muchas aventuras. Se las contaba cuando se iban a dormir".
"Pues como puedes ver, ¡soy tan real como tú!", le respondió Pelo.
Ilustración: Violeta Pérez
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