Capítulo 47 - Pedro Q
Pelo y Gatoni iban en una nave espacial, camino del planeta Quarmia.
Pelo, después de dormir en la sala de recarga, se despertó sobresaltado. Gatoni estaba a su lado, dormido. Al oír moverse a Pelo, también se despertó. "¿Qué te pasa?", le dijo, "te noto raro". "Es que he soñado algo muy extraño. Alguien llamado Pedro decía que me había inventado. Dijo que estaba en Alcalá de no sé qué y que hacía Apiterapia. Me gustaría saber si existe de verdad y verle". Gatoni le miró con los ojos achinados y se volvió a dormir.
La nave seguía su ruta hacia Quarmia. Pelo no podía dejar de pensar en su sueño. Pensaba en sus orígenes. ¿Sería realmente un personaje inventado por alguien?. Una explosión le sacó de sus pensamientos. "¿Qué ha sido eso?", preguntó extrañado. Nubela, que estaba a su lado sin que Pelo se hubiese dado cuenta, le respondió: "Acabamos de entrar en un túnel de espacio-tiempo. Nuestro planeta está en un lugar diferente al vuestro".
En ese mismo momento, Gatoni empezó a crecer rápidamente. Y Pelo se infló como un globo. Unicornio, situado un poco más lejos, se reía al verles. Nubela también. A Pelo y a Gatoni no les hacía ninguna gracia. ¿Sería el efecto de pasar por el túnel espacio-tiempo?. Pronto, volvieron a la normalidad. Pero a Gatoni le entraron unas ganas enormes de hacer cacota. Y no sabía dónde se hacía eso en una nave espacial. Salió corriendo, desesperado, buscando algún rincón. Hasta que no pudo aguantarse más y todo aquello salió disparado contra una de las paredes. El olor era insoportable. Menos mal que el servicio automático de limpieza apareció en unos segundos, y lo dejó todo limpísimo. Incluso parecía oler a flores.
"Estamos llegando a Quarmia", dijo una voz, que llenó toda la nave. Pelo se asomó a la ventana. Un planeta, muy parecido a la Tierra, se iba haciendo cada vez más grande. Tenía nubes y mares. Continentes y ríos. Y hasta volcanes. En unos instantes, entraron en la atmósfera y se posaron en un lugar muy llano, parecido a los desiertos terrestres.
Unicornio también miraba a su lado. "Todo esto se parece mucho a la Tierra", le comentó Pelo. "Sí, es casi igual que la Tierra, donde vivimos, pero aquí ya no hay guerras, ni la gente pasa hambre. Se van a otro lugar, cuando han acabado su trabajo en este planeta. Ellos no lo llaman morirse. Y nadie se pone triste, porque les ayudan a que se vayan contentos", le explicó Unicornio. "¿Y aquí hay abejas?". Pelo aún estaba dándole vueltas a su sueño. "¡Claro!". "Entonces, habrá Apiterapeutas", pensó para sus adentros.
Nubela se acercó a Pelo y a Gatoni. "¿Queréis venir a mi casa?. Mis padres estarán encantados de conoceros". Pelo sonrió y dijo que sí. Gatoni puso cara de "si me gusta, cuando la vea, sí". Ya se sabe que los gatos son muy autónomos.
Una pequeña nave, una especie de mini autobús sin ruedas, les recogió. Nubela puso su mano en una de las ventanas y el vehículo se puso a andar. Sin conductor. Viendo la cara de Pelo y de Gatoni, les dijo: "El vehículo ya sabe dónde vivo. Nos llevará sin problemas". Pronto, estaban volando por encima de los peatones, sin hacer ruido. Algunos pájaros venían a curiosear y se volvían riendo. Nubela parecía conocerles.
"¡Esa es mi casa!", les dijo. Su padre y su madre estaban en la puerta esperándola. "Mi padre trabaja con abejas". "¡Qué casualidad!", pensó Pelo.
"¿Tu nombre es Pedro?", le preguntó al verle. "Sí, ¿cómo lo sabes?", respondió el padre de Nubela. "En el viaje he tenido un sueño, en el que aparecías. Estabas en Alcalá de algo y hacías Apiterapia. "¡Eso es lo que hago!. Me llamo Pedro Q. Y nuestra ciudad se llama Comalcalá". "¡Casi como en mi sueño!", dijo Pelo.
Ilustración: Violeta Pérez
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