miércoles, 15 de mayo de 2024

Capítulo 32 - Viktoria

 



Pelo había llegado a una casa de la ciudad de Berlín. Un señor mayor le empezó a leer un cuento sobre un joven, que quería conquistar a una muchacha. Para conseguirlo, el joven le llevó un pollo con patatas y un bebedizo, tal y como le dijo una bruja.


El hombre continuó leyéndole el cuento a Pelo. "El joven llegó a la puerta de la casa de la chica y llamó. Ella salió a abrir. Era bellísima. Tan nervioso se puso el joven, que le tiró el pollo con patatas encima de la ropa, y la botellita, con el líquido mágico, rodó hasta chocar contra la pared y romperse. 


Una especie de humo blanco salió de la botella. El humo se transformó en Mago. "¿Por qué quieres conquistar a alguien y, además, darle algo para que haga lo que tú quieres?". El joven estaba avergonzado. Y la chica no salía de su asombro, con las patatas y el pollo por todo su vestido."


Pelo interrumpió la lectura del cuento, que le estaba leyendo el señor, frente a la chimenea. "Yo también tengo una amada, pero no quiero conquistarla. Pienso en ella cada vez que estoy bien. Me gustaría compartir estos buenos momentos". 


El hombre, que se llamaba Peter Bauhaus, siguió leyendo el cuento. "La chica miró al motorista, que le había tirado el pollo y las patatas por encima, y le dijo: "¿No eres tú el chico que el otro día me miraba todo el rato, cuando paseaba por la calle?". El chico se puso colorado como un tomate. "Sí, soy yo". "¿Cómo te llamas?", "Viktor", "¡Qué gracioso!. Yo me llamo Viktoria. Anda pasa, que me voy a limpiar el vestido y luego hablamos". Viktor estaba nerviosísimo. No se podía creer que, la chica que más le gustaba, le estaba invitando a entrar en su casa para hablar. 


"Mira mamá, te presento a Viktor. Ahora vuelvo, me voy a cambiar este vestido, que me lo ha llenado de pollo y patatas".


Viktor se sentó en una silla, frente a la madre de Viktoria. "¿Cómo es que vas tirando pollo con patatas en los vestidos de la gente? ¿Hace mucho que trabajas de repartidor de comida?". Viktor no sabía cómo explicarle la verdad. "En realidad yo no reparto comida". "Y, entonces, lo que traías ¿qué eran?, ¿juguetes?". La madre de Viktoria no pudo aguantarse una sonrisa. "Verá usted", empezó a balbucear Viktor, "es que su hija.... es muy guapa.... y muy inteligente.... y ......" "¡Y te gusta!" se le adelantó la madre. "Bbbastante", apenas acertó Viktor a responderle.


"Y, claro, has montado todo este teatro para acercarte a ella". "En realidad, iba a utilizar un bebedizo mágico para conquistarla". "¡Viktor!, a las chicas no hay que conquistarlas, y menos con bebedizos. Sería un engaño y nunca te amaría realmente. A las chicas hay que mostrarles quién eres de verdad. No es necesario engañarlas con trucos. Si les gustas, ellas se encargan de estar cerca de ti".


Viktor se alegraba mucho de que Viktoria no hubiese probado el bebedizo de la bruja. Si le gustaba, no sería necesario. La madre era una mujer estupenda, que le estaba ayudando mucho.


"¡Ya estoy aquí!", dijo Viktoria, mientras bajaba por las escaleras. A Viktor le pareció que volaba. Se volvió a poner rojo como un tomate.


"¿Nos vamos a dar una vuelta?". "¡Vale!", respondió Viktor, tímidamente. "Adiós, señora y gracias". La madre de Viktoria le sonrió.


Ya en la calle, Viktor quiso decirle la verdad, "Yo no soy repartidor de comida...". "Ya lo sé. Como hablabais en alto, he oído toda la conversación. Tengo que decirte que tú a mí también me gustas, y que no necesitas ningún bebedizo para que esté contigo". ¡Vaya! ¡Sí que es directa esta chica!, pensó Viktor."


A Pelo, esta historia le estaba gustando mucho. Con el calorcito del fuego y la lectura se le empezaban a cerrar los ojos, pero no quería perderse lo que ocurriría después, en el paseo de Viktor y Viktoria.


Ilustración: Violeta



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