Capítulo 40 - Entrando por la chimenea
Pelo y Namuel, ayudados por sus amigos montañeros y un sherpa, guía de la montaña, fueron al rescate de Iñaki, un escalador muy querido por todos que había tenido una caída en el Everest.
El sherpa había llevado el helicóptero hasta las proximidades. El riesgo era muy grande. Podría caerse. Nunca un helicóptero había llegado tan cerca de las cumbres. Pero era un amigo al que había que ayudar. En cuanto llegaron al helicóptero, empezaron las maniobras de reanimación. "¡Está vivo, está vivo!", gritó Namuel al resto de compañeros. El helicóptero partió rápido al hospital más cercano.
Iñaki tenía principio de congelación y algunas fracturas, pero ¡estaba vivo!.
Pelo se despidió de Namuel. "Cuida de tu amigo Iñaki". "Así lo haré".
En la puerta del hospital le esperaba Gatoni, su amigo el gato. "Ven conmigo", le dijo. Pelo estaba agotado. Con el rescate de Iñaki, no había tenido tiempo ni de dormir. Gatoni se subió a un carrito del que tiraba un joven descalzo, de piel muy oscura y ojos brillantes. Se sentaron y Pelo se quedó dormido inmediatamente.
"¿Cuanto tiempo habría pasado?", Pelo se despertó sorprendido por el lugar y por los sonidos que se oían. Estaban en una gruta enorme con grandes cristales en el techo, acabados en puntas geométricas. Un sonido de agua corriendo, pájaros cantando y voces, podía oírse como si saliese de las paredes. "¿Dónde estamos?", le preguntó Pelo a Gatoni. "Estamos en el corazón de los Himalayas. Aquí hay personas y animales muy sabias, que ayudan a los quieren conocerse a sí mismos".
Un pájaro de colores vino volando, desde el fondo. Se paró frente a Pelo, flotando y sin mover las alas. Le miró fijamente y se volvió a ir. Pelo se quedó pensativo. Imágenes de colores empezaron a aparecer en su cabeza. Bailaban una danza. Gatoni, a su lado, parecía sonreír al verle con cara de sorpresa. "¡Ahora lo entiendo! ¡El mundo está lleno de colores y cada color nos dice cómo son las cosas!", le dijo Pelo, cada vez más contento y asombrado. Varios pájaros de colores, empezaron a bailar alrededor de su cabeza. Se pusieron a cantar canciones que, Pelo y Gatoni, nunca habían oído.
Como ya le había pasado otra vez, con la danza de las abejas, Pelo empezó a elevarse del suelo, hacia el techo de la gruta. Gatoni iba a su lado. Con un gran ruido, el techo se abrió, mientras ellos cogían cada vez más velocidad. Salieron a la atmósfera y empezaron a dar vueltas a la Tierra. ¡Qué belleza ver las nubes desde aquí arriba! ¡Y el mar, y los ríos, y los desiertos!.
Después de dar unas cuantas vueltas a la Tierra a toda velocidad, empezaron a bajar. Entraron por una chimenea de una casa. Llenos del hollín negro de la chimenea, aparecieron en el salón de la casa. Un montón de niños celebraban una fiesta.
"¡Un gato negro¡", gritaron todos los niños, al ver entrar a Gatoni lleno de hollín. Pelo iba agarrado al lomo y no se le distinguía, era otro pelo de gato más.
Gatoni se quedó quieto, observando la nueva situación. Un segundo después saltó hacia un lado de los niños, intentando buscar una salida. Rozó contra el árbol de Navidad lleno de regalos. "¡Qué raro!", pensó, "si aún no es Navidad". Todos los regalos cayeron al suelo. Los niños estaban muy sorprendidos y se fueron al otro lado del salón. Pelo, bien sujeto a Gatoni, dijo "Perdón".
Para su sorpresa, los niños respondieron "No pasa nada, no eran regalos de verdad, estábamos jugando a que era Navidad". "¿Y vosotros de dónde venís?".
Gatoni, ya más confiado, les contó su salida de los Himalayas, las vueltas que dieron alrededor de la Tierra y su entrada por la chimenea. Los niños se empezaron a tronchar de la risa. Con tanta carcajada, a uno de ellos se le escapó un pedete. No podían parar de reír. Gatoni se sacudió el hollín, que fue a parar a las paredes. Los niños seguían riéndose sin parar. En ese momento, la mamá entró en la habitación, "¡Pero ¿qué estáis haciendo?! ¿Qué pasa aquí?".
Ilustración: Violeta Pérez
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