Pelo estaba oyendo contar historias a los habitantes del desierto de Australia, a donde había llegado al bajar de la Luna por un cráter. Mientras escuchaba las historias, se quedó dormido, y apareció atrapado dentro de las páginas del cuento, que el lector (o sea tú) estaba leyendo.
Pelo pidió ayuda para salir del cuento, pero el lector no sabía cómo hacerlo.
"¡Es muy fácil!", le dijo "mira el dibujo, la ilustración que hay al principio de este cuento. Allí estás tú". El lector hizo caso a Pelo y se fue a la ilustración. Efectivamente ¡estaba allí!. Antes no se había dado cuenta.
Ya dentro de la ilustración, el lector le dijo a Pelo "Y ahora, ¿cómo salimos de aquí?"
Estaban los dos atrapados en el cuento.
Era un honor estar en persona con el Hombre Pelo, así que no dudó en decirle: "Yo conozco todas tus aventuras. Me las he leído y he visto las ilustraciones en las que apareces. Debe de ser fascinante tener tantas aventuras, ¿verdad?".
El lector parecía una persona muy amable, dispuesta a ayudarle, así que le respondió: "A mi me encanta conocer gente y lugares, pero a veces es muy peligroso". "Ya, ya he visto los problemas que algunas veces tienes, pero que luego se solucionan". "Sí, es que siempre hay una solución. Si es un problema tiene solución. Y si no es otra cosa. Eso me lo dijo una vez un amigo llamado Rafa, y tenía razón".
Pero Pelo no se olvidaba de que estaban atrapados en este cuento, éste que ahora mismo estás leyendo, y volvió a insistir: "Me tienes que ayudar a salir de aquí". "¿Y cómo puedo ayudarte?", "Con la imaginación", le contestó Pelo. "Piensa en algo que nos saque de aquí". "¿Por ejemplo una tormenta?" "¡No! Ya estuve en una* y se pasa muy mal, es muy peligroso correr bajo los rayos. ¡Imagina otra cosa! Me estoy agobiando aquí metido en este cuento".
De pronto, el lector (o sea tú) se dio cuenta de una cosa. No estaban atrapados. "¡No estamos atrapados!. Cuando yo leo el cuento estoy dentro del cuento, pero, cuando lo dejo, salgo y hago mi vida normal, aunque me acuerdo mucho de ti. Y tú Pelo sales del cuento cuando yo te leo, porque entras en mi cabeza, yo te imagino y eres libre"
"¡Es cierto!", respondió Pelo, "¡Eso no lo había pensado!. A partir de ahora entraré y saldré del cuento, cada vez que me leas. ¡Qué divertido!”. "Y además, tú también puedes pensar aventuras en las que yo participo. Podías pensar ahora una"
El lector estaba entusiasmado con esa posibilidad de inventarse él las aventuras, y le dijo: "¡Fenomenal! Ahora me voy a ir a dormir, así que, cuando me despierte, pensaré una nueva aventura para ti". Y cerró los ojos.
Pelo volvió a su cuento y también se quedó dormido. Pensó que estaba muy bien tener amigos que inventasen aventuras para él. En sus sueños aparecieron muchos niños y niñas, y personas más mayores que leían sus aventuras.
Un sonido extraño despertó a Pelo. Ya no estaba en el desierto. Estaba en una ciudad llena de coches. ¿Quién habría pensado esta aventura para él? ¿Qué idioma hablarían allí?. Un vehículo sin ruedas pasó por su lado.
Al mirar hacia arriba, vio que era ¡Una ciudad sumergida en el mar!. Se veía un cristal enorme y transparente, en lo que debería ser el cielo. Allí había todo tipo de peces. Hasta tiburones. ¿Dónde estaba? ¿Aquello era un sueño o era su imaginación?. No importaba mucho porque parecía muy interesante.
Alguien se sentó a su lado y empezó a hablarle en un idioma extraño.
* Ver Capítulo 12 - La Pelea con Avispas
Ilustración: Cristina Llorente
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