- Hay más que lo que vemos
- Todo es posible, si lo imaginamos
- Siempre hay alguien dispuesto a echarte una mano
Si alguna vez oís una voz, pero no veis a nadie, no os preocupéis, porque quizá sea El Hombre Pelo.
El Hombre Pelo es muy, muy fino, tan fino como un pelo, por eso nadie le ve, excepto algunos niños. Esos niños no necesitan verle, porque, al oírle, imaginan cómo es realmente.
El Hombre Pelo está siempre yendo de un lado para otro. Normalmente llevado por el aire que produce su amigo Viento.
Pero sus amigos de verdad son los niños que viven en las casas donde se refugia, huyendo de aquellos que le quieren tirar a la basura cuando le encuentran en la sopa, que le gusta muchísimo. O en el lavabo, cuando se quiere lavar para quitarse el polvo de los viajes.
Estas personas normalmente dicen: "¡Qué asco, un pelo en la sopa!" o "¡Qué guarrería, pelos en el lavabo!". La próxima vez que oigáis decir eso a alguien, escuchad atentamente. Si oís una voz que proviene de esos lugares, podría ser el Hombre Pelo que ha entrado en vuestra casa y que quiere estar bien comido y muy limpio, para cuando vaya a visitaros a vuestra habitación a contar sus aventuras. Y no os preocupéis si le han tirado a la basura, él está acostumbrado a salir de las bolsas donde normalmente le tiran.
El Hombre Pelo no cree ni en la buena ni en la mala suerte. Le pase lo que le pase, bueno o malo, él se lo toma siempre como si fuese lo mejor que le puede pasar. Aprende de todo y disfruta de la Aventura.
Algo que muy pocos saben es que está enamorado. Él nunca ha hablado con su amada, pero sí la oye entre sueños. A veces cuando está solo y, sobre todo, cuando es feliz. En ocasiones ella parece que se esconde detrás de las hojas de los árboles de los bosques o entre la gente. Cuando se acerca para verla, huye y desaparece. En los momentos difíciles este amor le ayuda a seguir.
Uno de los momentos más peligrosos que ha vivido fue en su encuentro con la que después sería su amiga, Águila Real. Casi pierde la vida. Águila le confundió con una lombriz y ...
Ilustración: Cristina Llorente
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