miércoles, 15 de mayo de 2024

Capítulo 45 - La Nave de Quarmia

 Capítulo 45 - La Nave de Quarmia



Unicornio y Pelo volvieron al otro lado de la cascada de agua de la cueva, después de ver los brillantes que cuidaba Dragón. Gatoni les esperaba asustado por un enjambre de abejas, que había entrado y estaba pegado a la pared.


Más de diez mil abejas, con su correspondiente reina, estaban en la pared. Gatoni seguía paralizado por el susto. Pelo y Unicornio se acercaron con cuidado a verlas. "Normalmente, las abejas de los enjambres no pican, porque están llenas de miel y no pueden sacar el aguijón", le dijo Unicornio a Pelo, que estaba fascinado por lo que veía.


Una de las abejas se acercó a Pelo. Le dijo que ella era una exploradora y que habían encontrado este lugar estupendo, para que sirviese de casa a sus hermanas. "¿Y dónde está la reina?", preguntó Pelo. "La reina está en el centro, bien protegida. En cuanto empecemos a construir panales, con la cera que sale de debajo de nuestros cuerpos, la reina comenzará a poner huevos". "Y la colmena antigua ¿se ha quedado sin abejas?", le volvió a preguntar Pelo, cada vez más intrigado por lo que sucedía. "En la colmena antigua quedan muchas más abejas. Las obreras han hecho reinas nuevas con los huevos que puso la reina actual, dándoles jalea real. Cuando nacen, luchan entre ellas y la más fuerte se convierte en la nueva madre-reina. Luego sale a volar, la fecundan los zánganos y vuelve a la colmena a poner huevos".


Gatoni ya no tenía tanto miedo después de escuchar a Exploradora. Pero Unicornio sabía que no podían quedarse mucho tiempo allí, molestándolas. Las abejas, cuando se enfadan, pueden ser muy peligrosas. Así que, les propuso volver al exterior.


Afuera de la cueva les esperaba algo que nunca hubiesen imaginado. Águila ya no estaba y en su lugar había una nave redonda enorme, llena de luces alrededor. De su interior salían unas notas musicales, que parecían una llamada de teléfono, pero más agradable, más musical. Unicornio lo tenía claro: "¡Han venido a vernos mis amigos de Quarmia, un planeta muy parecido al nuestro!". "¡Extraterrestres!", exclamó Pelo. Gatoni, por si acaso, se quedó muy quieto, esperando a ver si eran amigos o enemigos. Los gatos, ya se sabe, no se fían de nadie.


Una de las ventanas de la nave se transformó en puerta y luego en escalera. Por allí, empezaron a bajar unos seres de aspecto luminoso. Pelo nunca había visto nada igual. Unicornio se dirigió hacia ellos. Les saludó moviendo el cuerno. Un corriente eléctrica unía el cuerno, con cada uno de aquellos seres increíbles. Luego, se acercaron a donde estaban Pelo y Gatoni. 


"Me preguntan que si queréis subir a la nave", les tradujo Unicornio. No lo tenían claro. Por una parte deseaban subir, pero por otra, tenían miedo de no volver o de que les pasase algo. 


Unicornio les lanzó a Pelo y a Gatoni, un rayo de luz eléctrica desde su cuerno. Así podrían comunicarse directamente con los extraterrestres, sin tener que traducirles. Inmediatamente, sintieron que los extraterrestres eran amigos, y muy amables. Les acompañaron al interior de aquello, que más que una nave, parecía una ciudad. Dentro había de todo. Grandes salones, llenos de otros seres parecidos, donde les recibieron con saludos y algo parecido a sonrisas.


Despegaron del suelo inmediatamente. La Tierra se convirtió en un puntito. "¡Vamos a Quarmia!", oyó Pelo que alguien le decía dentro de su cabeza. Todos se pusieron a bailar muy contentos. 


Mientras tanto, Gatoni, había encontrado a otra especie de felino, parecido a él. Le invitó a comida de luz, que era lo que se comía en la nave. Unicornio hablaba con el que parecía el capitán de la nave. Pelo observaba todo esto, fascinado.


"¿Cómo te llamas?", escuchó Pelo, que le decía una voz detrás de él. Al girarse, no vio a nadie. Unas risas, y un segundo después, esas risas se convirtieron en visibles. Era alguien plano, como un papel, que de canto se convertía en invisible. Y cuando se ponía de frente, se le veían un montón de imágenes  y algo parecido a letras, dibujadas en lo que parecía su piel.



"Me llamo Pelo ¿y tú?". "Yo me llamo Nubela, ¿quieres que te enseñe nuestra nave?". Sin esperar la contestación, se dio la vuelta y Pelo la siguió. Su olor le recordaba a alguien de la Tierra.  


Ilustración: Violeta Pérez

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