jueves, 16 de mayo de 2024

Capítulo 19 - Los lobos y el mago Pablum

 



Letisia, la niña que venía con las carretas de los cómicos, que llegaron al pueblo donde estaba Pelo, quería convertirle en su juguete. 


Esta vez Pelo habló claro: "¡No soy un juguete! ¡Soy una persona, muy fina, pero una persona y me llamo Pelo, no Palo!". A la niña esto le hizo todavía más gracia y le cogió con la mano, mientras decía: "¡Un Pelo, un Pelo!". Otros niños se acercaron a ver qué era aquello, que hacía que Leticia estuviese tan contenta.


Letisia se fue corriendo al bosque, no quería que los demás niños le quitasen su nuevo juguete-amigo. Pelo estaba mareado con tanto movimiento y, claro, vomitó. Menos mal que lo hizo hacia la tierra. Leticia se paró a la sombra de un árbol y empezó a limpiarle y a acariciarle. Pelo la miró a los ojos y no pudo enfadarse. Tenía unos ojos preciosos que miraban de una forma muy especial. ¡Qué rabia!, con las ganas que tenía de enfadarse con la niña, por todo lo que le había hecho pasar. Leticia empezó a contarle cosas sobre cómo era su vida, de ir de un sitio para otro, con la carreta de los cómicos.


Los cómicos, dijo Letisia, no somos de ninguna parte y somos de todas partes. Algunos han nacido en un pueblo, otros en una ciudad y yo misma nací en el camino entre dos ciudades. A veces, vamos a otros países con nuestras carretas. Entre nosotros nos entendemos muy bien, aunque hablamos muchos idiomas diferentes.


Hacemos teatro, representamos historias antiguas y también otras que nos inventamos. A mí me gusta mucho salir al escenario a inventarme, allí mismo, un cuento o una canción. A veces, no sé qué decir, pero los demás me ayudan soltando cosas como: "Por favor, trae un poco de agua" o "Eres como los fantasmas, que apareces y desapareces". En cuanto me dicen algo yo ya sé cómo tengo que seguir. Es muy divertido.


Pelo le hubiese preguntado muchas cosas como, por ejemplo, si iban al colegio o no, pero prefirió no decir nada. Por ahora, estaba muy bien allí en el bosque con Letisia, que siguió contándole cómo era su vida. "También hacemos juegos malabares y magia. Tenemos un mago muy bueno, que se llama Pablum, y que cuenta historias mientras hace magia. Yo creo que no hace trucos, yo creo que es mago de verdad. ¿Tú crees que la magia existe?", le preguntó directamente a Pelo, que se limitó a decir "Sí". Estaba encantado de oírla y no quería interrumpir.


En ese momento, apareció entre los árboles un animal enorme, con unos cuernos que parecían ramas de árboles. Era Ciervo. Como Letisia y Pelo entendían el lenguaje de los animales, le oyeron decir "¡¿Dónde está mi hijo? Salió corriendo y le he perdido!". Letisia y Pelo se encogieron de hombros. No habían visto a ningún cervatillo por allí.


De pronto, al otro lado apareció corriendo, muy asustado, el hijo de Ciervo y, detrás de él, venía una manada de lobos. Dandy, que así se llamaba el cervatillo, corrió hacia su padre que le gritaba "¡Dandy, Dandy, ven conmigo!" y le puso detrás de él. Pelo y Letisia no sabían qué hacer, paralizados por el miedo.


En un instante, en la copa de un árbol cercano, apareció Pablum, el mago de los cómicos. Como era mago, se había enterado de que alguien necesitaba de su ayuda. Bajó despacio y, muy lentamente, se dirigió hacia los lobos que enseñaban sus dientes hambrientos. Pablum empezó a contarles una historia mientras iba, paso a paso, hacia ellos. 


"Una vez, hubo una tormenta con mucha lluvia y muchos truenos. Uno de los relámpagos alcanzó a un árbol, que empezó a arder. Luego la lluvia apagó el fuego. De eso hace mucho tiempo, pero todavía el árbol guarda el secreto del fuego, que yo también conozco, porque él me lo enseñó. Y aquí lo tengo". De sus manos aparecieron dos antorchas de fuego, que asustaron tanto a los lobos, que salieron corriendo despavoridos. Todos los animales temen al fuego, porque saben que es peligroso, y huyen en cuanto lo ven o lo huelen. Especialmente los lobos.


En cuanto se fueron, Pablum hizo desaparecer las antorchas de fuego, igual que habían aparecido. Pelo, Letisia, Ciervo y Dandy estaban alucinados con la magia salvadora de Pablum. Empezaron a aplaudirle y a gritar "¡Bravo, bravo!.". Ciervo y Dandy golpeaban el suelo con sus patas, para agradecerle lo que había hecho. Luego se dieron la vuelta y desaparecieron entre los árboles del bosque. 


Pablum hizo un chasquido con los dedos y apareció Alfombra Mágica, la amiga de Pelo, que también era amiga del mago. Se subieron todos en ella y....


Ilustración: Cristina Llorente



No hay comentarios:

Publicar un comentario